martes, 7 de febrero de 2012

David Guetta: El hombre que mató al rock

Hace un par de meses, salió publicado en la revista Rolling Stone un reportaje sobre David Guetta, en el que habla de su trayectoria profesional, su gran éxito y la plaga que ha causado con sus temas en las radios comerciales. Sé que hay muchos de vosotros que no apoyáis nada a este artista, entre los que me incluyo, sobre todo en su faceta como DJ (eso sí, la labor que lleva a cabo como productor es inmejorable, añadiendo el constante trabajo de management que realiza su equipo), pero este artículo no tiene desperdicio. Hay cosas que os van a sorprender, como que cobra entre 50.000 y 100.000 euros por tres horas de sesión, que toda la música que pincha la lleva en una tarjeta de memoria en su bolsillo (también nos contará los problemas que esto le ocasionó), que no viaja en jet privado, y tambien podrás leer declaraciones tan impactantes como esta: "Como dj, mi vida es más fácil si la gente se droga, eso es un hecho. La gente está más excitada y más abierta a los nuevos sonidos".

A continuación os dejo el artículo completo (ojito con las declaraciones de Cristian Varela). Es un poquillo largo, pero como os he dicho, es bastante interesante.

David Guetta atesora un dudoso logro: haber fulminado al rock de las listas de ventas. Ya sea con Rihanna, con Black Eyed Peas o en solitario, el dj y productor francés alcanza lo más alto sin despeinarse su lacio pelo. Pasamos un día con él para descubrir cómo consigue que su ‘pop-dance’ provoque el delirio en las pistas. Por Beatriz G. Aranda



David Guetta, la última confirmación del festival Rock in Río (actuará allí el día 6 de julio junto a Pitbull y Martin Solveig), habló sobre su enorme éxito, los orígenes del house, la influencia del éxtasis y Dios con ROLLING STONE. 
David permanece en silencio. Negro sobre blanco.

Abstracción. Sujeta una botella de agua, otra descansa en el sofá. Sentados a su lado, dos tipos altos vestidos del mismo color esperan alguna indicación. Pero él, David Guetta, quizás el dj más popular del mundo, no abre la boca. Ha atendido entrevistas y ha pasado por una sesión fotográfica pero no está cansado. No es eso. Simplemente quiere abstraerse. En breve se subirá a la cabina de la discoteca Fabrik, en Madrid, uno de sus lugares favoritos para pinchar. Él es el plato fuerte de los fastos por el octavo aniversario del mítico club.
Mientras tanto, sólo un silencio perturbado de forma intermitente por esa mezcla de dance industrial y pop que viene del fondo del pasillo, y que se cuela en la sala como un tsunami cuando alguien abre la puerta. Alguien de los que andan por ahí: mánagers, agentes, amigos de los agentes, personas de la promotora, fans, responsables de sala o periodistas. Un silencio molesto. Salvo para él.
¿Siempre es así? ¿Siempre está rodeado de tantas personas preparadas con sus cámaras de fotos, bolígrafos y brazos? “Sí. No pasa nada. Lo importante es tener cerca gente de confianza”. Y lo dice mientras aprieta el brazo de Jean Paul Charvet, un cuarentón atractivo de su agencia de contratación que, además, es uno de sus mejores amigos. Lleva diez años junto a él. Le ha visto escalar en todas las listas posibles; ha comprobado cómo es pasar de ser un dj de house con cierta popularidad en los clubs de París, a convertirse en el responsable del sonido del 90% del pop de baile que suena actualmente por la radio. “Cada seis meses nos reunimos para que me diga qué quiere hacer o ser en ese momento. Preparamos juntos las estrategias. Yo sé lo que necesita todo el tiempo. Primero nos respetamos laboralmente, y luego vino la amistad”, decía Charvet horas antes en un lujoso pero íntimo hotel de Madrid.
Guetta es el dj con el mayor caché del mundo (cobra entre 50.000 y 100.000 euros por 3 horas de sesión, aunque estas cifras no han podido ser confirmadas por esta revista, ya que ni Doctor Music ni Live Nation, dos de las promotoras contactadas, facilitan estos datos por una cláusula de confidencialidad que se firma), y todo lo que sucede a su alrededor tiene algo de irreal, de orgía de éxito y placer, una empresa donde márketing y música casi significan lo mismo. Trabajador incansable, Guetta pasea tranquilo por su, hoy atestada, habitación. Lleva pantalones oscuros y un chaleco largo con capucha, una especie de bata de aire japonés que le coloca por encima del resto, que no llevamos bata porque no estamos alojados en este hotel de lujo, y que no tenemos ropas de dudosa utilidad porque carecemos de ovillos de tiempo que deshacer: nuestras vidas son, más o menos, parecidas de un día a otro.
Inaugurada en el año 2003, Fabrik es una sala convertida por entendidos y noctámbulos en un referente mundial de la cultura de clubs. Situada entre un polígono industrial de Madrid y algunas cuadras de caballos, llegar hasta aquí, de madrugada y a una media de 125 kilómetros por hora, en compañía de un pasajero como David Guetta, resultaría un sueño para sus fieles y un privilegio ateo esta vez. El aforo casi alcanza las 5.000 personas. Para la noche de hoy, 14 de junio, fiesta de aniversario, está todo vendido. Lo mínimo que se ha pagado por una entrada son 30 euros.
“Por favor, abróchense los cinturones también atrás”. Quien habla es un agente de la Guardia Civil. Nos han parado en la pequeña rotonda que da acceso al perímetro de Fabrik, en cuyo párking ya hay seguridad privada. Minutos antes de esta inesperada interrupción, Guetta confesaba no conducir (“soy peligroso al volante”) ni ir a tiendas de discos (“prefiero internet”). Su maleta de vinilos para cada noche de trabajo se esconde en el bolsillo pequeño de sus vaqueros de marca: una tarjeta de memoria. ¿Es eso posible? “Eso no tiene ningún sentido. Eso no es pinchar”, nos diría días después uno de los dj’s españoles más relevantes, el madrileño de 35 años Cristian Varela.
Precisamente, ese pequeño archivo de memoria portátil es el mismo que, una semana después de activarse en Fabrik (concretamente, el 24 de junio), durante una sesión en Valencia, le va a ocasionar uno de los problemas más graves de su carrera. “Mi tarjeta no funcionó. He tenido que venir al hotel de nuevo para formatearla otra vez. Estoy copiando mi música ahora, mientras 7.000 personas están esperando. Me siento como una mierda”, explicaría a través de Twitter sobre lo sucedido. “Me cuesta dormir. Ése es mi único problema”, confesaba él sobre la cama del hotel antes de llegar a Fabrik. Pero, vaya, resulta que no, que se equivocaba y hay otro. ¿Bendita tecnología?
Sin su ordenador portátil y sin sus tarjetas de memoria, puede provocar una hecatombe (o un mal viaje) a las personas que van a su alrededor allá donde aterriza (“él no exige jet privado para viajar, pero a Madrid sí ha venido en uno”, decía una de las responsable de promoción de su discográfica Emi en España, mientras esperábamos su llegada en el hotel).

“Es una locura darse cuenta de que el pop es lo que refleja el signo de los tiempos actualmente. En las películas cada vez más sale gente normal. Y eso se ve también en la música. La vida es dura, la gente quiere divertirse y en los clubs se olvidan de todo”, reflexionaba Guetta ante ROLLING STONE en una de las charlas que tuvieron lugar a lo largo de nuestras horas de convivencia. “Pero también tiene que ver con la incomunicación, con las distancias sociales. La gente rica va a un colegio y el resto a otros. Cuando crecen, los primeros van en coche; los otros en metro; unos van de vacaciones a un sitio, otros a otro. El único sitio donde se puede encontrar a esta gente junta es en un club. Eso me gusta y ahí está la clave de estos sonidos”.
No debe de estar equivocado el francés cuando en el último año la música dance está viviendo su etapa dorada, más que en la época disco, pero también más que el boom de la electrónica de finales de los años 90. El dance ha dominado listas de éxitos y festivales (los de rock cada vez programan a más artistas de electrónica) en este 2011. ¿Un dato? Se han vendido más de 28 millones de temas dance en EE UU, sin contar las descargas del sitio web más importante para escuchar remezclas y experimentos de los Dj´s, Beatport. Nombres como Tiësto, Pitbull, Deadmau5, el propio Guetta o el colectivo Swedish House Mafia se han hecho ahora tan familiares como antes lo eran las grandes bandas rock.
Guetta está involucrado en muchas cosas que implican a muchas personas –sus fiestas semanales Fuck me I’m famous en el Pachá de Ibiza durante ocho veranos seguidos; colaboraciones y remezclas musicales de Y con Madonna, Rihanna, Snoop Dogg, Usher, Kelly Rowland o Black Eyed Peas; los más de 2 millones de discos despachados de One love que han dado un respiro financiero a EMI -significado del poder que representa. Todo ello organizado junto a quien es su esposa desde 1992,Cathy, una senegalesa a quien conoció en la noche y que muchos señalan como la clave de su éxito. “¿La clave del éxito de David? El fantástico management que está realizando su equipo y, por supuesto, el trabajo de Cathy… Me quito el sombrero ante eso”, opina Cristian Varela. Pero, sobre todo, lo que tiene Guetta son fans. Muchos fans. Especialmente entre el sector femenino juvenil que consume música pop y que no puede entrar en los clubs nocturnos. “Conseguí verle por fin en Rock in Rio 2010”, decía Almudena, una joven de 17 años, sentada en la acera del hotel madrileño, haciendo guardia para conseguir un autógrafo. “Sabe adaptarse a todos los estilos: dance, house, popSabe dar al público algo especial que les vuelve locos”, saltaba Laura, de 17 años. “Le he hecho una carta. Llevamos desde las 8 de la mañana en el aeropuerto… y hemos conseguido saber que vendría aquí a descansar”. Dos horas después, le dará su carta y se hará una foto con su ídolo. “Nunca he sido capaz de acercarme a saludarle, siempre está con gente, es un caso particular de entre los dj’s”, nos contaría ya de madrugada Mat Van Kriedt, uno de los responsables de las contrataciones del Fabrik, en el pasillo de camerinos.
La vida privada de David Guetta, nacido en París en 1967, como padre de familia (tiene dos hijos), y como creador musical, es una entelequia (cerró una discoteca ibicenca de madrugada, y mañana estará en Toronto, en los premios de la música canadiense junto a gente como Lady Gaga). El tiempo tiene otra medida dentro de su agenda. Eso de conciliación de la vida laboral con la de familiar en su caso es un precipicio, allá arriba, allí abajo. Todo se mezcla y confunde. “Con 5 años, enseñé a mi hijo a hacer sonidos en el ordenador”, confesará poco antes de subir a la furgoneta camino del Fabrik. “Tendré que cambiar de vida en un tiempo, sé que esto tendrá un final”, añade.
Entonces, sentado en aquel sofá blanco, en mitad de un polígono industrial, Guetta sigue mirando silenciosamente, cuando se empiezan a escuchar gritos y aplausos. “Vamos David”, dice en francés Jean Paul. Tras algunas fotos, cruzamos la puerta y atravesamos pasillos atestados, protegidos por gente de seguridad. En las tripas del motor que hace girar la maquinaria de fiesta y éxtasis de este club madrileño, todo se parece a estar en lo profundo de una boca de metro. Casi sin apenas darnos cuenta y precedido de unas llamaradas de chispas de fuego, a la manera de unas bengalas gigantes, David Guetta está subido sobre la mesa de mezclas, como un mesías, ante una audiencia que se quita las camisetas y los sujetadores (algunos de ellos acabarán sobre la mesa de mezclas) según el sexo que marca su identidad. Para muchos, probablemente Rock In Rio 2010 también significó su entrada en el mundo de las sesiones electrónicas.
La sesión de hoy está salpicada de los singles más conocidos de Guetta (Gettin’ over you, When love takes over, Sexy bitch,...), siempre mezclados con transiciones más electrónicas de ritmos sincopados. Little bad girl y Where them girls at, dos de las nuevas canciones, suenan en sus versiones menos hiphoperas gracias a pegajosas permutaciones de remixes. Los clásicos subidones no faltan. Las luces, los mensajes en una pantalla gigante (nada subliminales) y chorros de humo se encargan de crear atmósfera. Con I gotta feeling, éxito de Black Eyed Peas con trazos de Love is gone de Guetta, la gente levanta teléfonos y cámaras, fabricando en el mismo instante tiempos distintos.
Se trata de un tema house-pop, más o menos parecido a todos los que ahora triunfan (Rihanna, Lady Gaga, Katy Perry) en las listas de singles de éxito. Incluye frases que no buscan ceremonias ni aspavientos mentales: “Tengo la sensación de que esta noche va a ser una buena noche/ tengo mi dinero/vamos a gastarlo”. “El dinero nunca ha sido una motivación. Si inviertes este esfuerzo y tiempo en algo, es porque quieres ser el mejor en eso. Tienes que estar loco para trabajar como yo trabajo sólo por dinero”, afirmaba en el hotel, con una coca-cola en la mano, a eso de las 23.00 de la noche. “Cuando yo empecé, no había dinero en este negocio porque ningún dj hacía ganar dinero a nadie. Ahora lo hay, es un hecho, y veo a chicos jóvenes empezar en esto por las razones equivocadas”. ¿Las suyas? “Quiero que la gente baile porque eso es lo que me da motivos para seguir”.



Manejando registros lejanos, lo underground y lo comercial, puedes no resultar creíble.
Yo tengo identidad, no fabrico tendencias, hago música. La mayoría de la gente no toma decisiones, se deja llevar por la moda. He tenido éxito por atreverme a crear un sonido nuevo, en el que llevo trabajando años. La gente del hip-hop pensaba que el house era para gays, para meterse pastillas. Eso ha cambiado gracias a mi disco One Love (2009). En América ninguna radio pinchaba house hasta que yo empecé a currar con Black Eyed Peas, Akon o Rihanna. Ahora es el sonido de la música pop en América, el que suena a todas horas. Es complicado tener éxito cuando eres diferente. Pero la única manera.
Lo sorprendente es que el house sea música para blancos, cuando sus orígenes, a finales de los 70, está en los sonidos disco y funk.

En la última etapa de la música disco se empezaron a hacer fiestas en las que se invitaba a la gente a quemar discos de los sellos disco. Empezaba la era del rock. Cuando en Chicago los dj’s probaron con pinchar disco, vieron que no había discos, así que samplearon voces de viejos álbumes, de caras B, y ayudados por sintes crearon una nueva música basada en sampleos. Así empezó el house. Yo descubrí el house en el 88, en Londres. Fue mi primera revolución. La otra tuvo lugar años después, hacia el 2001, con mi encuentro con Chris Willis y el góspel. Ahí aprendí a apreciar las canciones en el sentido estricto.
¿Crees en Dios?

No creo en Dios pero soy una persona muy espiritual. Cuando empecé a trabajar con Willis, me decía que no sabía si podría trabajar conmigo: cantar en iglesias no es cantar por dinero, y por esto podríamos ir al infierno. Yo le dije que en vez de iglesias iríamos a clubs donde también se da amor. Por eso, esa primera canción publicada en 2002 se llamó Just a little more love [Sólo un poco más de amor].
En lugares como Manchester, el acid-house provocó un cambio radical en la manera de vivir la música de baile. Apareció el éxtasis.

Yo lo probé de joven. No juzgo a quien toma drogas, pero no creo en ellas como medio para entender mejor la música. Como dj, mi vida es más fácil si la gente se droga, eso es un hecho. La gente está más excitada y más abierta a los nuevos sonidos. Pero la curva de aprendizaje no exige las drogas, lo que exige es aprender a abrir tu mente. Ahí está la clave.
Un par de horas antes de esta conversación, mientras el resto del equipo preparaba el escenario de la sesión de fotos, David enchufó su ordenador a un pequeño organillo vintage japonés. Se tumbó a relajarse y a… trabajar. Lleva su estudio-barra-laboratorio a cualquier parte. Lo que significa que, en la pequeña habitación, los allí presentes disfrutan de una improvisada y privadísima sesión (si dividimos lo que los rumores dicen que cobra por una sesión, sale a unos 500 euros el minuto). Está haciendo pruebas con el material del disco doble, Nothing but the beat, que sacó a finales de agosto. “¿Harás tú la entrevista?”, dice de repente ¡en castellano! “Quiero que escuches esta canción”. Para luego meterse en un baño a peinarse y maquillarse. Parece que lo primero va a ser más complicado que lo segundo: anda preocupado por aparecer en las fotos con demasiadas entradas.
La carrera de David Guetta parece un borrador fiscal. Su página de Facebook supera los 21 millones de fans, en YouTube tiene más de medio ¡billón! de visitas y en Twitter más de 1,2 millones de seguidores. En la revista Dj Mag ocupa el puesto de segundo mejor dj del mundo, por detrás del holandés Armin Van Buuren. “Pero en unos meses, ocupará el número uno”, advertía una de las fans en la puerta del hotel. Por una entrada VIP en su accidentada sesión valenciana, se dice que se llegaron a pagar 3.500 euros (los precios oficiales iban de 50 a 200). “La electrónica, como el rock hace unos años, ha pasado de algo cultural a un negocio”, comentaba Javier, un chaval de 23 años encargado de vigilar una de las escaleras de la zona VIP de Fabrik durante la sesión de David Guetta, el tipo que ha hecho trizas el reinado del rock en las listas de éxito. “La gente ahora ya no busca sólo bailar cuando viene a las sesiones de dj’s. ¿Te has fijado que la tienda de merchandising está llena? Y son las 4 de la mañana”, dice Javier.



¿Tuviste una infancia normal?
Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 3 años y en realidad no conocí a mi padre hasta los 14 años, que fue cuando me mudé con él. Así que muy normal no, pero sí muy interesante. Mis padres eran de extrema izquierda. Fui educado para levantarme en contra del capitalismo. Cuando en 2002 decidí abandonar mi vida en los clubs para dedicarme a hacer música, mi madre me dijo: “Por fin, me siento orgullosa de ti”. Reconoció que se sentía avergonzada de que yo hubiera vivido en un mundo superficial, ¿te imaginas mi cara? Todo lo que los padres le suelen decir a los hijos, pues a mí me decían lo contrario. Quizás ahí radique la clave de mi éxito.
¿No te ha dado miedo convertirte en una mera marca y alejarte de lo estrictamente musical?

Cualquier persona que tiene éxito se convierte en una marca, incluso artistas que no lo tienen. Si te digo que no formo parte de todo eso del márketing, mentiría. A veces te das cuenta de que el sistema es una mierda, pero es el sistema, aunque joda.
Hace unas semanas, The Guardian publicaba un artículo sobre cómo Las Vegas está intentando quitarle el puesto a Ibiza como meca mundial de la música dance.

No hay ningún lugar como Ibiza. Y no lo habrá. Tengo una casa allí, por cierto.
Tu hermano es periodista en Francia, está especializado en política internacional. ¿Te interesa la política?

[Largo silencio] Me encanta el márketing y entiendo lo que hacen los políticos, porque también es márketing. La gente de izquierdas habla de revolución y niega la importancia de los negocios, pero los negocios son los que hacen que el mundo funcione. Cualquier gobierno, sea de izquierdas o de derechas, va a primar los negocios sobre las otras cosas. Así que para mí nada cambia sustancialmente si se vota a la derecha o a la izquierda.
¿La música de baile puede inspirar a quien la escucha o busca únicamente el placer?

Mi música proporciona buenos ratos a la gente, trata de dar felicidad y eso desde fuera parece que es algo vacío, sin más. Pero gracias a mí, la música dance ha empezado a sonar en radios y clubs de negros, se han roto algunos estereotipos.
El músico Aphex Twin declaraba hace unas semanas a El País que odia al público.

Es muy triste. Me gusta la gente. No haría música si no fuera por ellos, especialmente no haría música pop, claro [Y David se parte de risa].
¿Truco o trato? Músico con talento o producto sin ninguna influencia cultural. el debate está servido.
-“Ha hecho cosas que nadie había ni soñado”: “Tiene una carrera impresionante, haciendo cosas que nadie habría ni soñado para un dj.... ¿Coherente? Yo diría que sí”. Wally López triunfó en el mundo dance con un remix, precisamente de uno de los temas clave de David Guetta, Just a little more love. Por eso, sabe de qué habla cuando nos explica una de las claves de la fórmula secreta de Guetta: “Usa melodías y feelings de temas antiguos del mundo clubbing y los actualiza”. Wally López, dj y locutor de Maxima FM, emisora de radio especializada en electrónica.
-“Sólo ofrece música en forma de sucedáneo”: “Mi opinión se parece bastante a la que tienen los guiñoles de Canal + Francia. En uno de sus sketches le retratan como un niño que hace música con el Simón, aquel juego de los 80 que tenía cuatro teclas con cuatro sonidos. No me extraña que muchos habituales del festival de Monegros se enfadaran por su inclusión el año pasado. Invitarle supone rebajar el nivel de un festival prestigioso”. ¿Argumentos? “Guetta es electrónica para gente a la que no le gusta la electrónica. Sólo ofrece música en forma de sucedáneo”. Víctor Lenore, periodista experto en electrónica (Rockdelux, El País)
-“Me da pena en lo que se ha convertido”: “Sus comienzos fueron buenos. Con el tiempo, desafortunadamente, se ha transformado en un producto de márketing bien elaborado, y se ha olvidado de lo que significa ser un dj de vanguardia. En el Creamfields de Almería en 2010 me dio pena lo que vi y lo que escuché. Pop y house: la fusión no es mala, pero hay cosas que nunca deberían mezclarse, como la Coca Cola con el Baileys. Además de lo que opinamos los dj’s de la vieja escuela y que nos reservamos por respeto a a un compañero”. Cristian Varela, uno de los dj’s españoles más importantes. 
 Artículo original: Rolling Stone

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